Armandina "Mandina" Guajardo

MCALLEN – Armandina Guajardo, 85, se encuentra descansando en paz en la presencia del Gran Creador. El 6 de noviembre del 2022 en Houston, Texas, se despidió rodeada de su esposo, hijas, y nietos; cuya compañía tuvo incansablemente. Le sobreviven su esposo con quien unió su vida por 63 años - Ramiro Guajardo - el fruto de esta unión, sus tres adoradas hijas - Martha Elena Guajardo, Laura Alicia Treviño, y Patricia Guajardo - sus nietos los cuales anhelaba insaciablemente y sus parejas - Saira y Jean Luis Cabrera y José Ramiro y Nicole Isabella Treviño – su yerno que la quería mucho - José Alberto Treviño - y sus queridos hermanos y sobrinos quienes se encuentran en Monterrey, Nuevo León y Chicago, Illinois. En Monterrey, Armandina creció ayudando en su casa y en el restaurante de cabrito de sus padres – El San Benito –el cual le presentó su platillo favorito.

Desde muy pequeña, su padre Benito Treviño, sabía que su hija tendría una mano especial para la cocina – cuyo
sazón y platillos sanaban todo pesar. Oh, como le decían sus nietos, “abuela, porque todo te queda tan rico”. “Mandina”, como le solían llamar de cariño, o “Mandis”, era una bella y dulce perla blanca mexicana, cuyos ojos color miel transmitían paz y dulzura. Su sonrisa contagiosa y apacible le daban la bienvenida a todos quienes cruzaban su camino – era un alma generosa que siempre buscaba el bienestar de los que la rodeaban.

En su temprana edad, de 21 años, se casó con Ramiro, con el cual vivió en Chicago, por más de 30 años. En su
trayectoria en Estados Unidos, descubrió su gran pasión por sus amadas “blusas”, las cuales llego a coleccionar
hasta poseer más de 400 – cada una única y diferente para una hermosa mujer que amaba lucir galantemente.
Jocosamente, Armandina también era una amante de los casinos, en los cuales regularmente ganaba habitaciones
gratis en cruceros, y en donde solía pasar sus vacaciones cuando viajaba. Entre otros pasatiempos, disfrutaba navegar las redes sociales, su “Feis-buk” como le llamaba, dándole todas las noticias más recientes de la familia. De
igual manera gozaba leer sus mensajes de “Wash-Ap”, los que leía pronta y apresuradamente con gran emoción.
Al pasar de los años, compartía tiempo entre Chicago y Monterrey con sus tres amadas hijas – “las muchachas de
Armandina”. Durante ese tiempo Armandina confeccionaba pasteles de boda y hacia manualidades, entre ellos
arreglos florares y monos de peluche. Últimamente, descubriendo su “dedo verde” y convirtiéndose en amante de las “plantitas”.

En el inicio de los 90’s, la pareja nombró el Sur de Texas su hogar – la perfecta ubicación entre Estados Unidos y su
amada ciudad natal - Monterrey. Al pasar de los años, y acompañada de sus tres hijas y esposo, vio crecer a sus dos
nietos – a su “yayita” y a su “güerito lindo”. A los cuales aporto grandemente a su desarrollo personal como
profesional; el cual siempre fue su orgullo. Enfrentó muchas dificultades, especialmente con su salud. Sin embargo, como significa su nombre – soldado –como guerrera y con su firme convicción en Dios logró vencer todo obstáculo que se le presentaba. Su vida fue un milagro concedido.

Armandina fue una fiel devota de la fe en Cristo, disponiendo su hogar para actividades de la iglesia.
Frecuentemente oraba, con voz afectuosa y cálida, el Salmo de su vida - Salmos 121. Este le fue leído hasta su
último suspiro.

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la
tierra. … Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde
ahora y para siempre.” Salmos 121

Descansa en paz, amada y extrañada esposa, mamá y abuelita,

Mandinita linda